En el tiempo más complicado que viví cerca de ella fundé un club que sólo tuvo un miembro, yo. El nombre de dicho club era "La Derrota", así que cuando mis amigos me invitaban un trago, después de aceptarlo les decía: "¿Por qué no? Soy socio vitalicio de La Derrota". Después de un par de carcajadas (que sólo daban los que no habían escuchado aquello) el mejor amigo que he podido tener, Aarón, me tomaba del cuello y muy cerca de mi cara insistía en que callara, me sonreía y me daba unas palmadas en la espalda; entendí el gesto hasta la cuarta vez que lo hizo, cuando añadió: "De vitalicio nada, tú vas a salir del bache y si no te da la gana pues te saco a jalones".
La charla con don Aureliano fue hace dos meses, debo decir que no veo a Ana desde aquella semana, que las cosas que vivimos fueron muy agradables y que la manera en que terminó todo fue repentina y triste pero gracias mi papá, a mis hermanos (dentro de este grupo cuento a mis amigos) y a las sabias palabras de ése a quien llamo "don", me di cuenta de que no hay por qué bajar la cabeza; la trillada frase que dice: "la vida sigue", es siempre tan cierta, es la manera indicada, desde mi punto de vista, de decir que no es fácil superar algunas cosas pero siempre se puede seguir intentando, seguir empujando hasta que los obstáculos caigan, ¿quién tirará esos obstáculos sino uno mismo?
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