He de mencionar que nunca he sido muy bueno escribiendo (dirán: "¿entonces qué hago aquí, leyendo a éste, que no es muy bueno escribiendo?), pero espero poder transmitir algunos mensajes que esta vida me ha dado y otros tantos que le he arrebatado.
Este primer "escritito" va con dedicatoria a dos personas grandes entre los grandes que me han hecho parte de lo que ahora soy (y de lo que no soy también). Al primero que quiero mencionar es un ente (humano, en su mayoría) que vaga por estos mismos confines del universo cibernético, alguien muy cercano a mí, culpable de que, siendo las 2:15 am. esté escribiendo en un blog, así como culpable es de que viva donde vivo, coma lo que como y, muchas veces, diga lo que digo. Tal vez no merece la pena que mencione su nombre o apodo (así que no lo haré) pero no porque sea poca persona sino porque no lo necesitarán para conocerlo o reconocerlo. Él (sí, es un "él") me ha dado mucho de lo que tengo y no quiero que vea este blog como una vil imitación de algo que él ha realizado, simplemente ha sido un hermano para mí y no he logrado dejar de seguir su ejemplo, me ha construído y reconstruído durante más de un año; él me enseñó que el agua con la que rellenan garrafones por al rederor de $10 es más dulce que la "de marca", me enseñó que cada día de cada persona tiene al menos un momento "basado" en los Simpsons, juntos aprendimos que lo peor de la borrachera (borrachera es una palabra muy ochentera ¿no?) no es vomitar o la cama-loca sino el ecritorio-loco, nos esmeramos por darle un apodo a cada persona del lugar en el que estamos y descubrimos que es más fácil de lo que pensamos. Con él la vida no es trivial pero siempre he dicho (bueno, siempre desde que conozco Darkness de Los Pericos): "la vida es fácil cuando es aburrida".
Dejándome de cursilerias y homenajes pre mortem, ahora hago una reverencia y un grito de south american rocker (mientras escribo, ¿¡qué hubo!? ¿impresionados?) como ofrenda al gran "Rockdrigo" González, un maestro del rock, la cultura, el folkore, la vida y, seguramente también ahora de la muerte. Me llena de sentimiento pensar que no tuve la oportunidad de conocerle sobre el escenario o al menos en una retransmisión barata de televisión abierta después de un mes de alguno de sus tokines. Sé que es estúpido, en comparación a su grandeza, decir que gracias a él estos escritos y este bloggero somos Garbanzos Matemáticos (referencia: Tiempo de híbridos - Rodrigo González); sé también que el hecho de que su hija (la de las Anarco-no-sé-qué) le ha fallado gravemente a su apellido ni siquiera debería ser escrito, pues otros lo han hecho ya; decir que me ha marcado con sus canciones y la mezcla cultural que expresa pasan a n-ésimo término pero quiero que quede en el bien claro el enorme respeto y aprecio que le tengo a aquel que no conocí pero que su voz, más grave que aguda, su guitarra y su armónica le regalaron a este país un género musical fascinante, así como la cultura rupestre que si no ha muerto ni se ha transformado más es porque Dios es grande.
Vivan ese arcoiris sideral que nos regala la vida para vivir en este tiempo de híbridos.
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